Mi amada abuela
Toda una vida estaría contigo, no me importa en qué forma, ni dónde ni cómo...
pero junto a ti
Vamos contando sus años como logros conseguidos. Aplaudimos su estado al igual que restamos pequeñas capacidades en su día a día. 92 años llenos de fuerza, de trabajo, de risas y de llantos. Llenos de cabezonería, de su especial sentido del humor y de su ironía. 92 años, camino de 93 como ella presume, llenos de su voz, de sus consejos, de su presencia.
92 años...y me da tanto miedo.
No hay Navidad sin su sobrecitos de aguinaldo. No hay día de todos los Santos sin nuestra visita al cementerio, no hay verano sin sus rosas y no hay Semana Santa sin sus TORRIJAS.
Me gustan las tradiciones familiares pero, a la vez, me dan pánico. ¿Qué pasará cuando los protagonistas de estas tradiciones no estén en mi vida?
Todo el mundo dice que debo estar preparada para la pérdida, preparada para despedirme, preparada para el final. Yo no sé cómo hacerlo.
Todo el mundo dice que debo estar preparada para la pérdida, preparada para despedirme, preparada para el final. Yo no sé cómo hacerlo.
Entrenar al corazón para que cuando llegue el momento las cosas duelan menos...¿es posible? Me siento incapaz.
92 años, treinta y cinco los mios a su lado y estaría... toda una vida.
Os dejo la receta que año tras año repetimos, no modifico ni una coma. Las tradiciones son para algo y cuando ella no esté la receta servirá para recordarla.
- Una barra de pan del día anterior o una barra para torrijas
- 3 huevos
- 1 litro de leche
- 1 rama canela
- Piel de una naranja
- Azúcar
- Anís en grano
- Aceite oliva
- Canela molida
- En una cacerola hervimos la leche con la rama de canela, la piel de naranja, anís en grano (unos 15-20) y un par de cucharadas de azúcar (si os gusta más dulce podéis echar más)
- Cuando hierva apartamos del fuego, colamos y dejamos enfriar.
- Cortamos la barra en rebanadas
- En un bol mezclamos azúcar y canela molida para envolver después de fritas las torrijas.
- Para que el aceite no haga mucha espuma, en un bol echamos las claras del huevo, las batimos casi a punto de nieve y a continuación unimos las yemas y batimos.
- Ponemos una sartén con abundante aceite de oliva al fuego.
- Metemos las rebanadas en la leche, mojando bien con cuidado de no romperla.
- Lo rebozamos en el huevo y freímos hasta que dore.
- Las sacamos y posamos en papel absorbente para quitar el exceso de aceite y rebozamos en la mezcla de azúcar y canela.
Que postt tan bonito María, me encanta que se lo hayas dedicado a tu abuela, a mi ya no me queda ninguna y las hecho de menos. Besos
ResponderEliminarqué homenaje tan bonito, y que sencillas parecen. Seguro que están buenísimas. Un saludo, Conchi.
ResponderEliminarEs cierto..pasan los años y con ellos empezamos a temer lo inevitable..cuando somos pequeños nos parece imposible que esas personas especiales de nuestra vida puedan desaparecer, pasa el tiempo y empezamos a ver como se acerca ese momento..queremos atrapar entre las manos todo, los momentos, su voz, su contacto...ainsssssssssssss
ResponderEliminarDisfruta de todo el tiempo, de sus recetas y de sus abrazos, no dejes nada en el tintero..estrújala y quiérela..que ella no tenga ni una duda de ello :) aunque se que es lo que haces!!! ;)
Miles de besos Maria...miles de ellos!!!! para ambas!
¡¡ Será posible.....me has hecho llorar !!....Toda una vida disfrutando de un ser querido, de un angel.....Un precioso post, bonitas palabras escritas con tanto cariño que me han emocionado; una entrada muy dulce, más si cabe que las propias dulces torrijas que presenta....
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